Como nos dice El Principito, "lo esencial es invisible a los ojos". La materia en estado gaseoso no la vemos, pero está ahí con su masa y ocupando un espacio. El dióxido de carbono que hemos obtenido con la reacción química producida entre el vinagre y el bicarbonato de sodio, es más denso que el oxígeno que necesita la vela para arder. Por eso, al echarlo sobre las velas se apagan. La mayor densidad del dióxido de carbono respecto a otros gases que forman la atmósfera y que están ocupando un espacio en el vaso de precipitado, hace que esos gases salgan y el CO2 ocupe su lugar. Al introducir la vela en el vaso, le falta uno de los elementos esenciales para seguir combustionando.